Oyendo se entiende la gente.

El término ?buen comunicador? pasa inevitablemente por el hecho de que esa persona sepa escuchar de un modo eficaz.

Pero empecemos por la propia definición: escuchar conlleva una intención, es decir se atiende a lo que se oye.

Ahora bien, ¿cómo se produce la comunicación? Normalmente, cuando contamos una noticia, no damos absolutamente todos los detalles de la misma, bien porque pensamos que la otra persona ya los conoce o simplemente porque tendemos a reducir y resumir la información. Sólo en el caso de profundizar en el tema es posible que lleguemos a decir: ¡ah! ¿no lo sabías? ¡Pensé que te lo había dicho!

Pero vamos a conocer cuáles son los problemas a la hora de escuchar: Oir

  1. Nuestro interlocutor tenderá a rellenar esos ?vacíos de información? para poder comprender el mensaje, pero ese proceso es posible que quede incompleto o distorsionado, por un contexto inadecuado o una aplicación incorrecta de una experiencia similar.
  2. Debemos mantener la máxima atención en la conversación. No sabemos cuándo se nos comunicará un dato relevante que, bien por una distracción propia o por el inoportuno sonido de un móvil por ejemplo, puede pasar inadvertido.
  3. Evitar los prejuicios. Tanto de una forma consciente como inconscientemente podemos sufrir valoraciones incorrectas sobre la persona que nos habla, sobre el tema tratado, por culpa de nuestro estado físico o emocional, etc., que nos pueden llevar a no escuchar correctamente.
  4. Huir de la escucha selectiva. Por desgracia, en muchas ocasiones oímos la famosa frase de ?si ya sé lo que me va a decir?. Esto se debe a que acudimos a la conversación con la idea prefijada de los temas que se van a tratar, incluso de cuál va a ser nuestra respuesta y realmente estamos haciendo una escucha parcial, es decir, estamos oyendo sólo lo que pensamos que nos van a decir.
  5. Debemos disponer del tiempo necesario para que la comunicación por ambas partes sea clara. Una conversación a la que no se le dedica el tiempo necesario está condenada a una alta probabilidad de no entendimiento.
  6. Sacar conclusiones erróneas. Cuando nuestro interlocutor ha terminado de darnos información, tendemos a sacar conclusiones sobre ella. Esto no es malo, es normal. El problema es que debemos corroborarlas, pasando nosotros al papel de emisor con una frase del tipo ?entonces, si no he entendido mal??.
  7. Quedarnos con la duda. Con frecuencia, por miedo a que nuestro emisor piense que no hemos entendido algo, no hacemos las preguntas oportunas para recabar la información necesaria, y de ese modo, tener nuestra propia opinión del tema.

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Fuente: ianbrownlee

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