El binomio teletrabajo – presencialidad se presenta a menudo como una confrontación. Lo cierto es que hay tantas opiniones a favor y en contra como empresas y causísticas individuales pero es innegable que el teletrabajo comporta beneficios para el trabajador (y por ende al empresario) la implantación del teletrabajo en algunas ocasiones o puestos específicos.

Para comenzar tenemos que plantear una idea que por obvia, no deja de ser importante: el teletrabajo no puede aplicarse a todos los puestos de trabajo. Por ejemplo, un trabajador en cadena tiene que estar físicamente en su puesto de trabajo, pero también deben hacerlo puestos más administrativos como el de secretaría de dirección, por la proximidad necesaria a esos puestos directivos.

• Primera premisa, el teletrabajo, no se puede generalizar sin un estudio minucioso previo, de Recursos humanos, de administración y en colaboración estrecha con el trabajador (aquí hay que ser franco y poner las cartas sobre la mesa: hablar de sueldos, de horas de trabajo, de objetivos, de expectativas…).
• Segunda premisa: habitualmente requiere que se trabaje por objetivos, y esto deben tenerlo muy claro ambas partes, no se debe gestionar como una “presencialidad domiciliaria” que suena a condena de veinte años y un día.
• Tercera premisa: dotar al empleado de herramientas eficaces de comunicación trabajo que serán autorizadas y consensuadas. El uso de nuevas tecnologías para llevar a cabo el trabajo puede hacerlo incluso más atractivo.
• Cuarta premisa: el trabajador debe tener un perfil específico que aúne responsabilidad, poca dependencia del resto del equipo en cuestiones ejecutivas, y buena capacidad de comunicación (ya que en ocasiones expresarse en la distancia es más difícil que cara a cara).

En conclusión, esta modalidad de empleo, puede ser una alternativa muy interesante para algunas situaciones, como favorecer la conciliación familiar, o reducir los traslados “in itinere” y la siniestrabilidad asociada a ellos; por no decir que puede aumentar la sensación de bienestar del trabajador, que en buena medida redunda en su productividad.

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Ainara Ruiz.