Si ya conocemos las diferencias entre Presencialidad y Teletrabajo, hablamos de un concepto muy relacionado, la CONCILIACIÓN. Esta es una aspiración para muchos trabajadores pero temida por muchos empresarios. A veces pensamos que conciliar es sinónimo de trabajar menos y no hay nada más lejos de la realidad.
Afortunadamente, cada vez son más las empresas que se dan cuenta de los muchos beneficios que conlleva una buena política de conciliación. Obviamente, no se puede dar por igual en todos los puestos, pero siempre hay algo que se puede hacer. A la conciliación se puede llegar por muchas vías: reducción de jornada, teletrabajo, elección/racionalización/flexibilización de horarios…
Por otra parte, no toda la conciliación supone tiempo, también hay empresas que ponen a disposición de sus empleados guarderías, gimnasios, cafetería, empresas de servicios… Todo eso son distintas opciones para un mismo fin: la conciliación de la vida personal, familiar y laboral.
¿Qué ventajas tiene? Para mí, sin duda, la principal es la motivación. Un trabajador que puede organizar su tiempo para poder “llegar a todo” sin tener superpoderes, estará muchísimo más motivado, y muchísimo más centrado en su trabajo que alguien que tiene que preocuparse por cómo y cuándo hará la innumerable lista de cosas que tiene pendientes. Y si tienes hijos, el día a día se complica de manera exponencial. Tenemos una forma de vida que ejerce mucha presión. La conciliación te permite liberarte de parte de esa presión, y de ese modo, poder centrarte absolutamente en el trabajo que tengas entre manos. Por supuesto, supone un esfuerzo por ambas partes: el empresario debe confiar, y debe poner a disposición esos medios, que muchas veces suponen un difícil encaje de turnos o un esfuerzo económico; y el trabajador debe ser mucho más responsable: optimizar el tiempo de trabajo es fundamental, a través de la organización y la mejora de procesos.
La cultura del presentismo está tan arraigada que muchas empresas aún tardarán en descubrir que las reuniones a última hora de la tarde son menos productivas, que si alguien siempre tiene que quedarse a trabajar fuera de su horario puede ser por un mal reparto de la carga de trabajo o por falta de rendimiento, y, sobre todo, que un trabajador feliz y motivado se convierte en el activo más importante de la empresa. La reducción del absentismo y de la rotación laboral no hace sino corroborar el éxito de las políticas de conciliación.
La LEY 39/1999, de 5 de noviembre para promover la conciliación de la vida familiar y laboral de las personas trabajadoras, y la LEY ORGÁNICA 3/2007, de 22 de marzo para la igualdad efectiva de mujeres y hombres abrieron un camino que tenemos que recorrer entre todos. En estos tiempos en que no siempre se pueden ofrecer grandes salarios, a veces la conciliación ejerce un importante papel diferencial como factor para retener el talento: salario emocional. Al fin y al cabo, ¿a quién no le gusta sentirse comprendido?
Isabel Cirés